.:El otro amor:.
Recibía su correspondencia al menos un par de veces al mes y en las letras sepia sobre papel mate que encontraba en mi buzón cada dos martes; me describía los acontecimientos de su vida y su ciudad como quien expone sus visceras al sol. Sus modos y maneras me hacían sentir que yo estaba ahí a su lado, conversando con él en el café del sur al que solía asistir.
En sus cartas describía el lugar donde trabajaba, la personalidad de sus amigos mas cercanos, la cotidianidad de su casa viviendo con su madre sola, describiendo su realidad aveces como la suave navegación de un velero un día de buen clima y a veces como el vertigo de escalar una montaña o el galopar de un caballo desbocado, Yo lo leía atentamente y a veces me sentía feliz, otras triste, muchas, muchas veces me sentía nostálgica.
El repasaba ante mi todo lo que acontecía en su vida y lo describia de una forma que me hacía imaginar que se me presentaba desnudo, libre, sin barreras... pero fuerte como el roble, como un río limpio que desemboca en el mar de sentimientos, con sus tonos dulces entrando a lo salado.
Lloré con el a través de los poemas que me enviaba con tinta azul, letras se saliva, sangre, sudor y lágrimas. Reí con cascabeles de tinta negra en los que me decía sonrisas y desparpajaba alegrías.
Cuando lloró, fui su otro llanto. Cuando sufrió, fui el otro dolor que se debate por la angustia de estar lejos. Cuando amó, fui su otro amor. El de los ojos, el silencio, el que conoce las visceras, los celos, los cálculos, las dudas, el perdón y la paciencia de la espera.